«Apreciada Mme. Lartigau:
Todo es misterio, amiga querida, desde que nacemos hasta nuestra última hora. Hecha explícita esa aseveración, indudablemente también lo fue durante mi primerísima juventud como vendedor de prótesis oculares donde mis clientes, víctimas de un retinoblastoma, venían siempre apesadumbrados para consultarme sobre los ojos de vidrio disponibles que nosotros –mi tío y yo– fabricábamos. Se trataba de un rubro delicado. No consistía únicamente en soplar a través del vidrio fundido hasta convertirlo en una esfera, imitar el patrón del iris o, menos aún, las venas rojas de la esclerótica. Como usted bien conjeturará hay mucho más por detrás. Un ojo artificial no es como una pierna ortopédica o un diente falso. No hace nada que un ojo real pueda hacer, es decir, sus beneficios son puramente sociales y psicológicos, y que los demás se sientan cómodos y hacer que quien lo lleva se sienta normal. De modo que me sentía feliz con mi oficio porque de alguna manera yo modificaba el carácter de las personas que atendía. Les brindaba confianza y optimismo.
Ahora bien, mi querida, en verdad no sé como usted ha podido recuperar su visión teniendo dos ojos de vidrio. Insisto, la vida es un misterio (y es preferible que así sea).
La saluda
De Broca»
Buenos Aires
Huesos de Jibia, 2019
ISBN: 978-987-4914-07-1
Prensa:
Disponible aquí.